Responso. Oración fúnebre.
Responso es una palabra que procede del latín «responsum» y que significa respuesta. El responso es, por tanto, una oración colectiva en la que el sacerdote dirige la oración y los fieles responden a sus palabras. Se realiza en el lugar donde se está velando al difunto, que puede ser el domicilio familiar o la sala del tanatorio, también puede hacerse antes del entierrro o en la iglesia.
No todos podemos hacer un responso, esta labor corresponde a los sacerdotes, diáconos o ministros autorizados por la iglesia.
El objetivo del responso es ofrecer apoyo y consuelo a la familia del difunto en los momentos más duros. En algunas ocasiones, también se hacen responsos posteriores al entierro,de forma conmemorativa.
¿Cómo se realiza un responso?
Aunque el responso está dirigido por un sacerdote, no es una misa y no forma parte de las exequias o misa de difuntos, es algo aparte. El responso no es más que una oración que se hace en grupo en la que el sacerdote hace unas pausas en las que le respondemos. Puede hacerse de formas diferentes, como una oración colectiva del Santo Rosario o con la Liturgia de las Horas, también llamada oficio de difuntos. Esta oración consta de:
MONICIÓN:
O Introducción al responso para iniciar el responso se lee un texto breve.
ORACIÓN COLECTIVA:
Realizada por el sacerdote, diácono o ministro que está conduciendo la liturgia.
LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS:
Suelen ser leídos por los familiares o allegados del difunto.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
Es la oración realizada por el sacerdote y respondida por los fieles presentes con frases como «Señor, ten piedad» o «te rogamos, óyenos».
RESPONSO FINAL:
Para concluir la liturgia se habla del fallecido de forma más personal y se recuerdan sus buenas obras y el recuerdo que deja en los presentes.
¿Se puede hacer un responso laico?
En los funerales laicos no se suelen utilizar oraciones, aunque están permitidas si la familia lo desea. En estos casos es posible hacer algo parecido al responso dirigiendo unas palabras en recuerdo del fallecido. En estos casos no se precisa un sacerdote y las oraciones no se preparan de antemano sino que que son palabras emotivas y sinceras para expresar lo que sentimos por el difunto en ese momento y que puedan proporcionar consuelo a sus allegados.